<<Corrí por aquella preciosa playa, con un agua cristalina a los ojos del amanecer y una arena que acariciaba los pies dando agradables masajes con cada paso que se daba, a lo lejos vislumbré un pequeño dragón de escamas doradas, escupiendo unas diminutas bolitas de fuego, seguro que era principiante en eso...mi sueño siempre había sido ver un dragón, lo deseaba desde pequeño y desde que leí mi primer libro de... un momento... un ser deforme con escamas por todo el cuerpo y una especie de cuchillo en la mano se acercaba por las espaldas del pequeño dragón.
Corrí con todas mis fuerzas, era la primera vez en mi vida que había visto un dragón y no estaba dispuesto a dejarlo morir en manos de tal aberración. Con forme más corría, más borrosa se hacía mi visión del pequeño dragón, hasta que se hizo la oscuridad total y me quedé solo, sin nadie a quien proteger, ni nadie que me protegiera, esto tenía que ser una pesad...>>
-Despierta saco de pulgas, tengo una misión nueva para ti, aunque al ser un perro dudo que te pierdas en el camino...
Gruñí debajo de las sábanas, ya estaba otra vez esa asquerosa bruja que se hacía pasar por mi madre mandándome. Si por algún casual yo fuera un perro alguna vez, le arrancaría los sesos con mis colmillos...
En cuanto la bruja (Agria, perdón Agrie) salió de mi minúscula habitación me vestí con lo primero que pillé y salí a cazar un par de conejos para desayunar yo solo, acompañado de la naturaleza, sí ese también era mi sueño, vivir tranquilo en una pequeña casita en el bosque... acompañado de un dragón... que pena que solo fuese un sueño...había estado tan cerca...
Finamente no pude cazar ningún conejo, así que cojí un par de hierbas y florecillas silvestres e hice una ensalada exprés. Cuando llegué a la casa la bruja me esperaba con una cesta en la mano.
-¿Ves esto?, es comida y un par de medicinas, ¿te acuerdas de aquella mujer anciana que vino por aquí hace más de un año solo para saludarte y verte a ti? pues es mi madre perro, y esto se lo tienes que llevar tú a su casa del bosque del Norte, así que coge abrigo, un par de conejos de la despensa...y... lleva cuidado...eres mi perro...pero me eres útil.-dijo dándose media vuelta y dejándome allí solo con la cesta en la mano.
-¡¡Pero no sé donde está su casa!!
La bruja rebuscó algo en un cajón de la cómoda y me lanzó un mapa:
-¿Necesita algo más, mi príncipe?.-dijo riéndose, adentrándose en la cocina.
Lo bueno de ir al bosque del Norte es que estaría solo durante todo el trayecto y podría desconectar un poco de todo... en ese momento una idea nubló mi mente...¿y si no iba al bosque del Norte, y me escapaba al reino para vivir de la caza, o de lo que fuese?, podría llegar a ser feliz... aunque...la verdad...es que yo no soy de esos... no, aunque sea una bruja y me arrebatara de los brazos de mi verdadera madre, me dio un techo cuando era pequeño...no, a mí no se me daba bien ni mentir ni traicionar. Corrí a mi cuarto, preparé mi bolsa con un par de mantas,abrigos, un par de conejos fritos envueltos para el camino y mi diario de los sueños, en él no solo escribía los sueños que me pasaban por la noche, sino todos esos sueños o ideas que me inundaban la cabeza de vez en cuando y me permitían escapar de la cruda realidad que vivo... agarré la cesta de la madre de la bruja y con un suspiro dejé la casa atrás y me dirigí al bosque del Norte...''a llevar una cestita a mi queridita abuelita''